Más que un trabajo de rehabilitación, se trata de un sencillo trabajo de recuperación y puesta en valor de los restosd e una antigua edificación en ruinas vinculada a la parcela en donde se asienta la Bodega Dosán, ubicada en el lugar de O Santo (Sanxenxo).
Nos parece interesante este trabajo porque consideramos que supone un ejemplo asimilable a numerosas edificaciones en desuso del rural gallego, que a menudo languidecen olvidadas por sus propietarios, incapaces de ver otra salida que no sea su demolición y sustitución por obra nueva.
En este caso, el encargo consistía en satisfacer la necesidad de dotar a la bodega de un espacio adecuado para la realización de catas y presentaciones del albariño que elabora la familia. Todo esto, además, se encuadraba dentro de un proceso de renovación de imagen de la propia bodega, embarcada en nuevos horizontes comerciales.
La propuesta llevada a cabo creemos que respeta los principios de la arquitectura popular, entendida como aquella que se realiza, desde la austeridad, en respuesta a una necesidad funcional, utilizando materiales y sistemas constructivos autóctonos. En el caso que nos ocupa, toda la construcción se ha realizado casi de un modo artesanal, durante un largo proceso de más de seis años, en el que ha participado prácticamente toda la familia, compaginando vendimia y construcción a partes iguales.
La idea inicial que se mantuvo a lo largo de todo el proceso fue la de dotar de un paraguas a las ruinas preexistentes, y desde ahí, resolver los aspectos funcionales que se iban planteando. De ahí el gesto de hacer levitar la nueva cubierta sobre los muros perimetrales, resolviendo sutilmente el encuentro entre ambos mediatne unos apoyos metálicos que se desmaterializan con el contraluz.
El segundo gesto, ya más formal, fue en respuesta a la necesidad de retranquear la edificación original respecto a la carretera, de titularidad provincial. Esto desvirtuaba la planta en forma de L inicial, provocando que se optase por resolver la nueva edificación en un solo cuerpo con cubierta a dos aguas y un volumen de acceso anexo resuelto mediante una materialidad contrapuesta a la edificación existente. De ahí la elección de esa piel metálica de zinc que, además aporta el contrapunto de contemporaneidad a la propuesta y vincula de alguna manera la transición generacional que ya se ha empezado a dar en cuanto a la elaboración de los caldos.
No obstante, debemos reconocer que este volumen metálico es, sin duda, el aspecto más cuestionable de la propuesta pero, a la vez, es el elemento que singulariza y sirve de reclamo comercial a la bodega.
